¿Qué es la Ira? Un Viaje Emocional hacia Nuestra Naturaleza Visceral

¿Qué es la Ira?

“Ira furor brevis est”: La ira es una locura breve

Ah, sí, la ira, esa emoción que todo el mundo quiere aprender a controlar y que, paradójicamente, aparece para aportarnos unas ácidas gotas de descontrol que le permiten, entre otras cosas, llevar a nuestro cuerpo a un límite de reacción que nos defiende de amenazas externas.

Si alguna vez te has preguntado qué es la ira, cómo se genera o por qué no deberías odiarla, sino abrazarla, como a esa esperanza ínfima que te queda de que sea normal que tu crush no te responda al whatssap que le dejaste en dos días, este es tu artículo.

Y si no, pues… ¿Para qué has buscado la pregunta en google? La única forma de que estés leyendo esto es porque de alguna forma te interesa el tema, a no ser que seas una procrastinadora crónica

¿Eres una procrastinadora crónica?

Pues ¡BOOM! Toma enlace a mi escuela emocional.

Aprende, Zuckerberg, esto es márketing y no lo que haces con Meta, payaso.

En fin, no me enrollo más, vamos con el tema.

Qué es la Ira: Un Viaje por la Emoción Destructiva

Gritos desgarrados, dientes que refulgen, pérdida del control, insultos que “no pretendías decir” y una sensación abrumadora de necesitar destruir algo.

Pues bien, todo esto es fruto de un complicado proceso que deriva de una de las emociones más protectoras del ser humano.

La ira es una emoción que todos hemos sentido en algún momento.

A veces puede ser una respuesta fugaz a una pequeña irritación, pero otras veces puede sentirse como una fuerza arrolladora e incontrolable.

La ira, o la locura breve, ha sido objeto de estudio y fascinación a lo largo de la historia.

Los filósofos la han analizado, los escritores la han plasmado en sus obras, y los científicos han tratado de entender sus raíces biológicas y psicológicas.

En esta sección, profundizaremos en la naturaleza biológica y cultural de la ira y cómo se manifiesta y, para que puedas entenderla bien, vamos a ir por capas. Como con una cebolla.

Una cebolla cognitivo conductual.

Una cogniconbolla.

La Frustración: El Comienzo de la Ira

Todas nuestras emociones tienen un propósito. No son simples herramientas flotando en un mar de pasividad. ¿Pero qué persigue algo tan potente y destructivo como la ira?

Respuesta corta: motivarte a aliviar la fuente de algún tipo de frustración o agresión.

Respuesta larga: la misma que la corta pero leída más lento.

Pero espera… la ira no aparece siempre que hay frustración, entonces…

¿Qué tipos de frustración producen la ira?

¿Qué tienen en común estos bloques principales que nos ponen de los nervios o llevan a nuestro cerebro a un arranque destructivo?

¿Por qué algunas personas se alteran más que otras?

¿Por qué aprender a manejarla es importante?

¿Por qué no estás suscrita a mi canal de youtube?

Pues bueno, en general y según el libro “Psicología de la emoción” de Fernandez Abascal & company podemos distinguir tres grandes generadores de frustración

Extinción de contingencias aprendidas (y me quedo tan ancho)

 

Aparece cuando esos patrones de conductas que has ido asociando a lo largo de tu vida como generadores de recompensa, de pronto, dejan de darte una recompensa.

Un buen ejemplo de esto es ese dulce momento en el que estás en el aeropuerto, con dos horas de retraso esperando tu vuelo y de pronto ves cómo al tipo que ha decidido gastar 3 euros para conseguir una bolsa de papas fritas en la máquina expendedora, se le queda trabada la bolsa.

Bueno, pues eso de sacudir la máquina, llevarse las manos a la cabeza y poner cara de uva congestionada es un arrebato de ira por Extinción de contingencias aprendidas.

Jope, si has leído todo eso ya tienes convalidada casi una asignatura de la carrera ¿eh?

 

Obstrucción de acceso a una meta

 

Básicamente, esas situaciones en las que un elemento externo se interpone entre tú y tus objetivos.

En este punto es importante destacar que la percepción de este elemento externo debe concluir que su aparición es, de alguna forma, injusta y que, si bien no impide nuestro acceso total a un objetivo, sí que nos dificulta su consecución.

Como por ejemplo, cuando estás intentando concentrarte en tu trabajo y viene el típico compañero que no calla ni debajo del agua a contarte lo mal que le fue el otro día con “La Yoli” y te rompe el buen hilo que llevabas.

Dato curioso: si este elemento externo hace que te sea imposible llegar a tu objetivo, normalmente lo que se genera es la emoción de la tristeza.

 

Transgresión de normas y derechos

 

Esos actos que se saltan las normas establecidas por la sociedad, tanto escritas como tácitas (y con tácitas me refiero a las normas sociales, como lo de no gritar en público) y que nos parece que han sido transgredidas con intención.

Es decir, que para que aparezca la ira cuando alguien se salta la ley, necesitamos percibir que ese “salto” ha sido intencionado.

No es lo mismo observar un robo a tirón del bolso de una anciana por parte de un joven, que el robo de una manzana en una verdulería por parte de alguien que parezca que duerme y vive en la calle.

El contexto importa, my friends.

Por supuesto, la frustración no es lo único que provoca la aparición de la ira.

Los olores desagradables continuados, el ruido y el dolor son, en general, agentes generadores de ira que no necesitan que hagas una evaluación cerebral para saber que no los quieres.

Bueno, vamos a otra capa de esta cebolla, la que está más profunda, ¿sí?

El Cerebro: La Oficina Postal de la Ira

Como no quiero empezar a poner nombres extraños sobre un montón de áreas cerebrales que probablemente no conoces ni aburrirte con una diatriba empoderada de persona con estudios en biopsicología, vamos a trabajar con metáforas.

Adoro las metáforas.

Imagina tu cerebro como una oficina postal.

Los paquetes (situaciones percibidas) llegan a la oficina, y tus capacidades perceptivas, biología y experiencias personales lo analizan para enviarlo a un sector específico de tu cerebro.

Esto determina el tipo de respuesta emocional que generamos ¿Ves qué fácil?

Pues bien, la ira es básicamente el resultado de que este “paquete” acabe en el departamento de Clint Eastwood en la película de Gran Torino (o en prácticamente cualquiera de sus películas).

Aquí, tu cerebro “apaga” el centro de control de impulsos, liberando sustancias que aumentan el ritmo cardíaco y energizan los músculos. Te convierte en una máquina que se deja llevar por impulsos e instintos.

¿Por qué?

Pues porque ha dictaminado que el evento que ha percibido (el paquete en la metáfora) es básicamente un peligro al que debe enfrentarse o una amenaza a tus objetivos que debe eliminar y, la mejor forma de motivarte a eliminarla, es soltar estas sustancias y darle al botón de control para que, lo que sea que esté amenazando tu bienestar, se encuentre con una bestia parda y se lo piense dos veces.

Dato curioso: el uso del hipocampo, uno de los sectores del cerebro relacionados con la memoria, también se ve mermado durante los arranques de ira. Se cree que esa es la fuente de las “lagunas” o los recuerdos vagos durante arranques agresivos.

-¡DIJISTE QUE NO IBAS A DARME NOMBRES RAROS!-

Oh, vaya vaya, alguien se ha molestado, me pregunto…

¿Por Qué Hay Personas que Se Enfadan Más que Otras?

La ira es una respuesta emocional común, pero no todos reaccionamos de la misma manera ni con la misma intensidad.

Algunas personas parecen tener un gatillo fácil para la ira (y otras cosas), mientras que otras son mucho más tranquilas y compuestas.

Esto tiene que ver con la personalidad, tu historia personal, relación con el entorno y manejo emocional.

Personalidad

 

Si bien la personalidad como tal aún es objeto de estudio y no podemos afirmar con gran certeza que haya “tipos”, sí que podemos evaluar que ciertas tendencias en el comportamiento parecen estar más relacionadas con tener arranques de ira que otras.

La característica más observada en este caso, es el nivel de ego o autoestima de la persona.

Cuanto más narcisista o ególatra es una persona, más irritable se muestra ante estas percepciones o movimientos contrarios a su ideario.

Francamente, no es de extrañar, los egos narcisistas suelen, en mi experiencia personal, llevar mal la pérdida de status social que comporta la confrontación.

Por otra parte, las personas con una elevada autoestima y buen manejo emocional muestran menos tendencia a la ira.

Normalmente, estas personas suelen sublimar los sucesos que aparecen en su vida, siendo capaces de esquivar los elementos externos que se interponen entre sus metas de formas asertivas.

 

Historia y Experiencias Personales

 

Las experiencias personales de una persona pueden moldear su respuesta a situaciones frustrantes.

Aquellos que han experimentado situaciones injustas pueden tener una respuesta más intensa a eventos que desencadenan recuerdos dolorosos.

Y no, no estoy hablando de tus “heridas de la infancia” ¿okey? Estoy hablando de eventos como acoso escolar, la pérdida de algún familiar, un estilo de crianza abusivo constante, relaciones de maltrato y demás.

Si tienes un trauma porque tus padres no te compraron la moto que querías entonces…¡OH, MIRA, UNA ESCUELA EMOCIONAL!

La manera en que se nos enseña a manejar la ira en la infancia puede influir en cómo la manejamos en la adultez, eso es un patrón de conducta aprendido.

La ira mal gestionada en el hogar puede llevar a una gestión inadecuada en la vida adulta.

Relación con el Entorno

 

El entorno en el que vive y trabaja una persona puede tener un impacto significativo en su nivel de ira.

Los entornos altamente estresantes pueden aumentar la probabilidad de que una persona se enoje.

Un trabajo demandante o una vida familiar caótica pueden ser factores contribuyentes.

Diferentes culturas tienen diferentes normas sobre la expresión de la ira. En algunas, la ira abierta puede ser más aceptable, mientras que en otras puede ser vista como inapropiada.

En fin… Resumiendo

La Ira: No Es Malvada, Es Una Herramienta

La ira no es una emoción creada para destruirte, es una emoción diseñada para protegerte.

Si, ya lo sé, hace miles de años las amenazas eran más fáciles de identificar, tus ancestros lo tenían más fácil para liberar su ira sin problema y luego no sentir remordimiento.

Pero eso no significa que enfadarte a día de hoy esté mal.

Simplemente, significa que tienes que prestar atención para no irte sobrecargando de cosas que no te gustan.

Cuando algo te enfade, si no te produce un arrebato de ira incontrolable, hazme el favor de escuchar a tu cerebro y resolver la situación, poniendo límites, dejando claras tus normas o luchando para eliminar el elemento externo que te impide alcanzar tus metas.

Y si no lo haces porque te da corte, entonces luego no te quejes cuando pegues cuatro gritos en mitad de la oficina y todo el mundo empiece a llamarte “Sara la loca” y hagan dibujos de ti para colgarlos en la nevera.

¡Respétate, coño. Y respeta tu ira!

Controlarla puede ser tan sencillo como alejarse de la fuente del enfado, respirar profundamente y pensar en soluciones claras. Pero es eso, buscar soluciones, no tragársela como si fuera una montaña de palomitas en noche de cine.

Por ejemplo, a mí me enfada que leáis y disfrutéis de todo esto y no os suscribáis a mi Newsletter.

No porque os odie, sino porque se os olvida, así que… SUSUSUSUSUSUSSSCRIIBEEETEEE AL CARROLETTER:

 

¿Ves? He luchado para satisfacer mis necesidades, aprovechando la ira de forma adecuada 😉

Ala, hasta la próxima, os quiero mucho.

Carrot.

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