¿Qué es la Ira? Un Viaje Emocional hacia Nuestra Naturaleza Visceral

¿Qué es la Ira? Un Viaje Emocional hacia Nuestra Naturaleza Visceral

“Ira furor brevis est”: La ira es una locura breve

Ah, sí, la ira, esa emoción que todo el mundo quiere aprender a controlar y que, paradójicamente, aparece para aportarnos unas ácidas gotas de descontrol que le permiten, entre otras cosas, llevar a nuestro cuerpo a un límite de reacción que nos defiende de amenazas externas.

Si alguna vez te has preguntado qué es la ira, cómo se genera o por qué no deberías odiarla, sino abrazarla, como a esa esperanza ínfima que te queda de que sea normal que tu crush no te responda al whatssap que le dejaste en dos días, este es tu artículo.

Y si no, pues… ¿Para qué has buscado la pregunta en google? La única forma de que estés leyendo esto es porque de alguna forma te interesa el tema, a no ser que seas una procrastinadora crónica

¿Eres una procrastinadora crónica?

Pues ¡BOOM! Toma enlace a mi escuela emocional.

Aprende, Zuckerberg, esto es márketing y no lo que haces con Meta, payaso.

En fin, no me enrollo más, vamos con el tema.

Qué es la Ira: Un Viaje por la Emoción Destructiva

Gritos desgarrados, dientes que refulgen, pérdida del control, insultos que “no pretendías decir” y una sensación abrumadora de necesitar destruir algo.

Pues bien, todo esto es fruto de un complicado proceso que deriva de una de las emociones más protectoras del ser humano.

La ira es una emoción que todos hemos sentido en algún momento.

A veces puede ser una respuesta fugaz a una pequeña irritación, pero otras veces puede sentirse como una fuerza arrolladora e incontrolable.

La ira, o la locura breve, ha sido objeto de estudio y fascinación a lo largo de la historia.

Los filósofos la han analizado, los escritores la han plasmado en sus obras, y los científicos han tratado de entender sus raíces biológicas y psicológicas.

En esta sección, profundizaremos en la naturaleza biológica y cultural de la ira y cómo se manifiesta y, para que puedas entenderla bien, vamos a ir por capas. Como con una cebolla.

Una cebolla cognitivo conductual.

Una cogniconbolla.

La Frustración: El Comienzo de la Ira

Todas nuestras emociones tienen un propósito. No son simples herramientas flotando en un mar de pasividad. ¿Pero qué persigue algo tan potente y destructivo como la ira?

Respuesta corta: motivarte a aliviar la fuente de algún tipo de frustración o agresión.

Respuesta larga: la misma que la corta pero leída más lento.

Pero espera… la ira no aparece siempre que hay frustración, entonces…

¿Qué tipos de frustración producen la ira?

¿Qué tienen en común estos bloques principales que nos ponen de los nervios o llevan a nuestro cerebro a un arranque destructivo?

¿Por qué algunas personas se alteran más que otras?

¿Por qué aprender a manejarla es importante?

¿Por qué no estás suscrita a mi canal de youtube?

Pues bueno, en general y según el libro “Psicología de la emoción” de Fernandez Abascal & company podemos distinguir tres grandes generadores de frustración

Extinción de contingencias aprendidas (y me quedo tan ancho)

 

Aparece cuando esos patrones de conductas que has ido asociando a lo largo de tu vida como generadores de recompensa, de pronto, dejan de darte una recompensa.

Un buen ejemplo de esto es ese dulce momento en el que estás en el aeropuerto, con dos horas de retraso esperando tu vuelo y de pronto ves cómo al tipo que ha decidido gastar 3 euros para conseguir una bolsa de papas fritas en la máquina expendedora, se le queda trabada la bolsa.

Bueno, pues eso de sacudir la máquina, llevarse las manos a la cabeza y poner cara de uva congestionada es un arrebato de ira por Extinción de contingencias aprendidas.

Jope, si has leído todo eso ya tienes convalidada casi una asignatura de la carrera ¿eh?

 

Obstrucción de acceso a una meta

 

Básicamente, esas situaciones en las que un elemento externo se interpone entre tú y tus objetivos.

En este punto es importante destacar que la percepción de este elemento externo debe concluir que su aparición es, de alguna forma, injusta y que, si bien no impide nuestro acceso total a un objetivo, sí que nos dificulta su consecución.

Como por ejemplo, cuando estás intentando concentrarte en tu trabajo y viene el típico compañero que no calla ni debajo del agua a contarte lo mal que le fue el otro día con “La Yoli” y te rompe el buen hilo que llevabas.

Dato curioso: si este elemento externo hace que te sea imposible llegar a tu objetivo, normalmente lo que se genera es la emoción de la tristeza.

 

Transgresión de normas y derechos

 

Esos actos que se saltan las normas establecidas por la sociedad, tanto escritas como tácitas (y con tácitas me refiero a las normas sociales, como lo de no gritar en público) y que nos parece que han sido transgredidas con intención.

Es decir, que para que aparezca la ira cuando alguien se salta la ley, necesitamos percibir que ese “salto” ha sido intencionado.

No es lo mismo observar un robo a tirón del bolso de una anciana por parte de un joven, que el robo de una manzana en una verdulería por parte de alguien que parezca que duerme y vive en la calle.

El contexto importa, my friends.

Por supuesto, la frustración no es lo único que provoca la aparición de la ira.

Los olores desagradables continuados, el ruido y el dolor son, en general, agentes generadores de ira que no necesitan que hagas una evaluación cerebral para saber que no los quieres.

Bueno, vamos a otra capa de esta cebolla, la que está más profunda, ¿sí?

El Cerebro: La Oficina Postal de la Ira

Como no quiero empezar a poner nombres extraños sobre un montón de áreas cerebrales que probablemente no conoces ni aburrirte con una diatriba empoderada de persona con estudios en biopsicología, vamos a trabajar con metáforas.

Adoro las metáforas.

Imagina tu cerebro como una oficina postal.

Los paquetes (situaciones percibidas) llegan a la oficina, y tus capacidades perceptivas, biología y experiencias personales lo analizan para enviarlo a un sector específico de tu cerebro.

Esto determina el tipo de respuesta emocional que generamos ¿Ves qué fácil?

Pues bien, la ira es básicamente el resultado de que este “paquete” acabe en el departamento de Clint Eastwood en la película de Gran Torino (o en prácticamente cualquiera de sus películas).

Aquí, tu cerebro “apaga” el centro de control de impulsos, liberando sustancias que aumentan el ritmo cardíaco y energizan los músculos. Te convierte en una máquina que se deja llevar por impulsos e instintos.

¿Por qué?

Pues porque ha dictaminado que el evento que ha percibido (el paquete en la metáfora) es básicamente un peligro al que debe enfrentarse o una amenaza a tus objetivos que debe eliminar y, la mejor forma de motivarte a eliminarla, es soltar estas sustancias y darle al botón de control para que, lo que sea que esté amenazando tu bienestar, se encuentre con una bestia parda y se lo piense dos veces.

Dato curioso: el uso del hipocampo, uno de los sectores del cerebro relacionados con la memoria, también se ve mermado durante los arranques de ira. Se cree que esa es la fuente de las “lagunas” o los recuerdos vagos durante arranques agresivos.

-¡DIJISTE QUE NO IBAS A DARME NOMBRES RAROS!-

Oh, vaya vaya, alguien se ha molestado, me pregunto…

¿Por Qué Hay Personas que Se Enfadan Más que Otras?

La ira es una respuesta emocional común, pero no todos reaccionamos de la misma manera ni con la misma intensidad.

Algunas personas parecen tener un gatillo fácil para la ira (y otras cosas), mientras que otras son mucho más tranquilas y compuestas.

Esto tiene que ver con la personalidad, tu historia personal, relación con el entorno y manejo emocional.

Personalidad

 

Si bien la personalidad como tal aún es objeto de estudio y no podemos afirmar con gran certeza que haya “tipos”, sí que podemos evaluar que ciertas tendencias en el comportamiento parecen estar más relacionadas con tener arranques de ira que otras.

La característica más observada en este caso, es el nivel de ego o autoestima de la persona.

Cuanto más narcisista o ególatra es una persona, más irritable se muestra ante estas percepciones o movimientos contrarios a su ideario.

Francamente, no es de extrañar, los egos narcisistas suelen, en mi experiencia personal, llevar mal la pérdida de status social que comporta la confrontación.

Por otra parte, las personas con una elevada autoestima y buen manejo emocional muestran menos tendencia a la ira.

Normalmente, estas personas suelen sublimar los sucesos que aparecen en su vida, siendo capaces de esquivar los elementos externos que se interponen entre sus metas de formas asertivas.

 

Historia y Experiencias Personales

 

Las experiencias personales de una persona pueden moldear su respuesta a situaciones frustrantes.

Aquellos que han experimentado situaciones injustas pueden tener una respuesta más intensa a eventos que desencadenan recuerdos dolorosos.

Y no, no estoy hablando de tus “heridas de la infancia” ¿okey? Estoy hablando de eventos como acoso escolar, la pérdida de algún familiar, un estilo de crianza abusivo constante, relaciones de maltrato y demás.

Si tienes un trauma porque tus padres no te compraron la moto que querías entonces…¡OH, MIRA, UNA ESCUELA EMOCIONAL!

La manera en que se nos enseña a manejar la ira en la infancia puede influir en cómo la manejamos en la adultez, eso es un patrón de conducta aprendido.

La ira mal gestionada en el hogar puede llevar a una gestión inadecuada en la vida adulta.

Relación con el Entorno

 

El entorno en el que vive y trabaja una persona puede tener un impacto significativo en su nivel de ira.

Los entornos altamente estresantes pueden aumentar la probabilidad de que una persona se enoje.

Un trabajo demandante o una vida familiar caótica pueden ser factores contribuyentes.

Diferentes culturas tienen diferentes normas sobre la expresión de la ira. En algunas, la ira abierta puede ser más aceptable, mientras que en otras puede ser vista como inapropiada.

En fin… Resumiendo

La Ira: No Es Malvada, Es Una Herramienta

La ira no es una emoción creada para destruirte, es una emoción diseñada para protegerte.

Si, ya lo sé, hace miles de años las amenazas eran más fáciles de identificar, tus ancestros lo tenían más fácil para liberar su ira sin problema y luego no sentir remordimiento.

Pero eso no significa que enfadarte a día de hoy esté mal.

Simplemente, significa que tienes que prestar atención para no irte sobrecargando de cosas que no te gustan.

Cuando algo te enfade, si no te produce un arrebato de ira incontrolable, hazme el favor de escuchar a tu cerebro y resolver la situación, poniendo límites, dejando claras tus normas o luchando para eliminar el elemento externo que te impide alcanzar tus metas.

Y si no lo haces porque te da corte, entonces luego no te quejes cuando pegues cuatro gritos en mitad de la oficina y todo el mundo empiece a llamarte “Sara la loca” y hagan dibujos de ti para colgarlos en la nevera.

¡Respétate, coño. Y respeta tu ira!

Controlarla puede ser tan sencillo como alejarse de la fuente del enfado, respirar profundamente y pensar en soluciones claras. Pero es eso, buscar soluciones, no tragársela como si fuera una montaña de palomitas en noche de cine.

Por ejemplo, a mí me enfada que leáis y disfrutéis de todo esto y no os suscribáis a mi Newsletter.

No porque os odie, sino porque se os olvida, así que… SUSUSUSUSUSUSSSCRIIBEEETEEE AL CARROLETTER:

 

¿Ves? He luchado para satisfacer mis necesidades, aprovechando la ira de forma adecuada 😉

Ala, hasta la próxima, os quiero mucho.

Carrot.

El Asco: Descifrando Nuestro Escudo Emocional

El Asco: Descifrando Nuestro Escudo Emocional

¡Ah, el cerebro, qué máquina tan fascinante! Casi tanto como yo, pero bueno, uno no puede pedirle a la evolución que plantee cosas tan alucinantes como mi existencia en este mundo.

Mira, cada emoción, cada reacción física, tiene un propósito, aunque a veces pueda ser difícil de ver, como cuando tú decides seguir mirando las historias de tu ex.

El caso es que nuestras emociones persiguen objetivos que van más allá, a veces, de tu comprensión lógica o primaria, es decir, algunas persiguen facilitar que hagas ciertas cosas o, en el caso que nos ocupa; La emoción del asco, que evites esas cosas. Para protegerte y sobrevivir, ya sabes.

El asco como defensa biológica

Uno de los mecanismos de defensa más antiguos y eficaces que ha evolucionado a lo largo del tiempo es la emoción del asco.

Sí, el asco; Hace miles de años, cuando nuestros ancestros estaban expuestos a un mundo peligroso y amenazante, nuestro cuerpo decidió que la mejor forma de evitar posibles fuentes de contagio de enfermedades o venenos era, precisamente, motivarnos para alejarnos de esas cosas.

¿Cómo?

¡Lo has adivinado! Provocándote una sensación de repulsión desagradable que inmediatamente te motiva a alejarte de la fuente.

Cuando sentimos asco, la sensación física se desplaza hacia la garganta o el estómago, ¿te habías fijado? Nah, no creo, seguro que pensabas que era casual. Pero no te apures, que para abrirte la mente ya estoy yo aquí.

Esta reacción tiene su origen, según la teoría biológica que nos ocupa, en el instinto básico de supervivencia y en una estructura cerebral diseñada para mantenerte con vida.

Como cuando alguien te dice que tus problemas los causan heridas infantiles sobre las que no tienes ningún control.

Quiero que te pares diez segundos a darte cuenta de lo maravilloso que es que tu cerebro pueda crear una sensación física localizada en respuesta a una amenaza percibida, con el objetivo subyacente de alejarte de algo o juzgarlo como nocivo para ti.

¿No te lo crees?

Imagínate bebiendo un pegajoso, semilíquido y viscoso vaso de saliva.

¡JAH! Sé que te ha dado una arcada, y lo sé porque introducir en tu cuerpo elementos externos de otros seres humanos o secreciones es, bueno, pues eso, un peligro.

Si eso no te ha producido asco me gustaría recordarte que tengo una escuela emocional a la que puedes venir.

Ahora bien…Resulta que, y por favor, saca tu sombrero de teórico de la conspiración…El asco puede utilizarse para moldear tu comportamiento social.

El aprendizaje del asco

Si bien la reacción básica al asco es instintiva, gran parte de lo que consideramos asqueroso es adquirido a lo largo de nuestra vida.

Nuestros cuidadores, desde una temprana edad, nos enseñan qué debemos evitar y qué está bien para interactuar o consumir. También nos transmiten información, basada en sus propias experiencias y creencias, sobre las personas o comportamientos que debemos desconfiar o evitar.

Esta “herencia” conductual vendría a suponer una manipulación de este mecanismo, que se adaptaría a la información para aparecer sin la necesidad de que hayas experimentado los peligros que tus padres y entorno te transmiten.

Es, por ejemplo, la razón por la que la esclavitud no llegó a abolirse en EEUU hasta tan tarde y por qué los sesgos y prejuicios contra las personas con altos niveles de melanina en la piel se mantuvieron vigentes aún después de su abolición.

Seguramente el asco llevó a los ciudadanos a mantener distancias basadas en miedo a enfermar, contagiarse y demás prejuicios.

Esta transmisión de información se extiende a lo largo de las generaciones y varía de una cultura a otra, creando patrones culturales de asco. Es por eso que los alimentos, comportamientos o prácticas que pueden parecer repugnantes en una cultura pueden ser aceptados o incluso valorados en otra.

Y ahora te estarás preguntando si esto realmente afecta a día de hoy…

El asco y el rechazo social

El asco tiene el poder de influir en nuestra interacción con los demás.

Por ejemplo, algunas personas pueden experimentar asco hacia ciertos grupos sociales. Si se nos enseña a creer que ciertas características o comportamientos son potencialmente dañinos, nuestro sentido del asco puede inducirnos a evitar a las personas que los manifiestan.

Por ejemplo, si una madre creyera que las ideologías de género pueden afectar negativamente a su hijo, es muy posible que, al percibir rasgos característicos de alguien del colectivo, una sensación subyacente de asco le lleve a alejar a su progenie de dicha fuente.

Es importante notar que, aunque el asco cumple una función vital en nuestra protección, también puede ser manipulado para fomentar el rechazo social. A través de la educación, podemos aprender a reconocer y desafiar las respuestas de asco que se basan en prejuicios o malentendidos.

Y, por supuesto, también puede utilizarse para enfrentar a la población entre sí. Pero esa teoría es para otro artículo.

Conclusión

En fin, Serafín. El asco, esta poderosa emoción primaria, es el resultado de la evolución, el aprendizaje y la cultura.

Actúa como un escudo, protegiéndonos de los peligros potenciales, pero también puede ser un prisma a través del cual vemos e interactuamos con el mundo.

Al explorar y desafiar nuestras respuestas al asco, podemos construir una mente dispuesta a pensar críticamente y descubrir, poco a poco, las posibilidades que el mundo nos ofrece y que, poco a poco, habían quedado sepultados bajo la influencia de nuestro escudo emocional.

Por ejemplo, tú podrías superar tu asco a suscribirte a canales y suscribirte al mío, no solo para aprender, sino también para disfrutar del viaje de aprendizaje emocional más estupendo de la historia del mundo hispanohablante.

Un abrazo de oso, recuerda que eres importante.

¡Adios!

¿Qué es la Alegría? La emoción favorita del marketing

¿Qué es la Alegría? La emoción favorita del marketing

-”Uffff mira qué pinta tiene este tío comiéndose ese croissant relleno, qué cara de disfrutar, voy a ir yo también a hacer cuatro horas de cola para comprar uno.”-

-”Cuando consiga esto, lo otro, lo otro y lo de más allá, entonces seré feliz.”-

-”¿Yo, influenciado por el marketing? No sé de qué me hablas, gastarse medio salario en navidades es fruto de una tradición totalmente cristiana cuyos preceptos, desde luego, continúo a lo largo del año.”-

-”No sabes lo increíble que fue disfrutar de aquel día de playa, no veas lo que me costó grabarlo todo para que vierais todos lo genial que es mi vida”-

¡Ah! Sí, la alegría, vieja amiga de batallas, siempre perseguida por el rebaño como polen cerca de colmena.

Una preciosa llave al éxtasis emocional que se encuentra en nuestro cerebro y que, por alguna razón, este decide mantener cerrada hasta que en nuestro entorno se producen cosas muy concretas.

Pero claro, esto tú ya lo sabes, por supuesto, porque siempre te das cuenta de estas cosas.

Para nada tienes circuitos de dopamina en tu cabeza alentados por grandes empresas para que utilices sus productos o te hagas parte de colectivos que “persiguen estilos de vida elevados”

Nah, qué va, eso es solo para los pobres mortales, tú estás por encima de eso.

Pues sería un honor que alguien tan elevado moralmente se suscribiera a mi Newsletter, estoy seguro de que brindarme la suerte de tu presencia traerá felicidad a mi vida también.

Bueno, espera, ¿Felicidad o alegría? ¿Son lo mismo? Bueno, pues por si no lo sabías…

¿Qué es la alegría?

Bueno, lo primero que debo decirte es que la alegría no es una emoción plana, por así decirlo, sino que es un conglomerado de eventos positivos que se van sucediendo en tu cerebro y tu entorno y que te llevan a concluir algo:

Que los eventos acontecidos suponen un avance en la persecución de tus metas y objetivos personales, o te alejan de situaciones que percibes como negativas.

En otras palabras, la alegría sería el resultado de percibir tu entorno y concluir que, sea lo que sea lo que ha pasado, te ha hecho avanzar hacia tus metas e intereses personales, ya sean sociales, económicos, románticos o espirituales. O que has escapado de aquellos eventos que te resultan desagradables.

Como cuando en la última hora de clase llegaba el profesor y te decía que te ibas antes a casa porque la de matemáticas estaba enferma.

Y ya está, no le des más vueltas, la alegría es eso, el brillante y estupendo resultado de percibir tu entorno como algo positivo y que de pronto BOOM, tu cerebro abra la llave de las endorfinas y la dopamina y experimentes esos resultados como altamente deseables.

Sé, porque eres increíblemente inteligente, que te estás haciendo muchas preguntas, como por ejemplo:

¿Por qué algunas cosas nos alegran más que otras?

Pues porque la alegría y sus niveles de activación dependen de algunos factores, como pueden ser la proximidad psicológica y emocional al evento percibido (es decir, lo importante que era para ti, lo que ha pasado) lo inesperado del evento (las cosas buenas que llegan sin avisar se reciben más intensamente) y tu realidad emocional al momento de recibir un evento positivo (no es lo mismo recibir una noticia positiva después de que haya fallecido tu abuela, que después de haber aprobado un examen)

¿Por qué algunas personas no se alegran aunque les pasen cosas positivas?

Oh, esta pregunta me encanta. Resulta que la forma en la que percibimos el mundo puede convertir los éxitos y los eventos positivos en ganancias insignificantes, o los más pequeños placeres en grandes logros.

En otras palabras, para poder alegrarte necesitas un evento positivo, y para obtener un evento positivo, necesitas percibirlo como tal.

¿Por qué dices que el marketing la utiliza tanto?

Aaaaaah… Ahora, ahora sí que estás hablando mi idioma.

Alegría versus Felicidad: ¿Cuál es la Diferencia?

A menudo usamos las palabras “alegría” y “felicidad” de manera intercambiable. Pero, si nos detenemos a reflexionar, nos daremos cuenta de que representan dos experiencias emocionales diferentes.

La alegría es un resultado inmediato, una liberación rápida y puntual de dopamina y otras drogas legales de nuestra biología (es una metáfora, no te ralles) que refuerzan nuestro comportamiento hacia unas conductas que han reportado beneficio.

La felicidad, por otro lado, es un estado emocional más complejo y duradero. No surge de un solo evento o experiencia, sino de una variedad de factores que dan lugar a un sentido más profundo de satisfacción y plenitud en la vida. En otras palabras, es una idea, un estado constante del ser que refleja nuestra conformidad y satisfacción general con la vida que tenemos.

¿Que dónde entra aquí el marketing?

Pues en que te venden felicidad, pero lo que compras son pinchazos de alegría inducidos por sistemas artificiales que provocan la generación de dopamina.

Para que me entiendas: tú en un anuncio no vas a ver un coche y escuchar

(Voz de anuncio) “Compra este nuevo porsche eléctrico chayanne hula hula y siente el tremendo pinchazo de diez minutos de dopamina para luego ir poco a poco volviendo a tu triste realidad”

No, lo que escuchas es “Compra este nuevo porsche eléctrico chayanne hula hula y alcanza esa satisfacción constante que te mereces al ir por la carretera y recordar que eres un triunfador”

Spoiler: si eres un desgraciado, comprar un cochazo solo va a convertirte en un desgraciado con un cochazo.

Imagino que ahora mismo estos conceptos están un poco medio colgando en tu mente. No pasa nada, es normal, todos se van a aclarar cuando respondamos a una de las preguntas más importantes para la comprensión de la Alegría.

¿Para qué sentimos alegría?

Sí, exacto, ¿para qué?

Te quiero decir, todas las emociones tienen una finalidad, un objetivo, no están ahí porque sí, pero… Dentro de la teoría biológica en la que las emociones buscan nuestra supervivencia, ¿qué persigue exactamente la alegría?

Porque claro, no tiene mucho sentido alegrarnos al ver un tigre de bengala corriendo hacia nosotras, ¿no? Entonces ¿qué onda?

Pues según esta rama de estudio, se cree que la alegría podría ser algo así como un reforzador de tu conducta. Es decir, es la herramienta que tiene tu cerebro para asegurarse de que vas a repetir conductas que te ayudan a sobrevivir o mejoran tu estado de ánimo, a saber:

  • Motivarte a interactuar socialmente: establecer conexiones es una necesidad humana básica y cuando encontramos “almas afines”, la alegría actuaría como un elemento extra a la hora de explorar estas relaciones
  • Motivarte a perseguir tus metas: conseguir objetivos nos hace sentir alegría porque, por norma general, estos objetivos aumentan nuestras probabilidades de supervivencia y mejoran nuestro autoconcepto
  • Atenuar la tragedia: encontrar pinchazos de alegría en momentos complejos de nuestra vida nos ayudaría a buscar soluciones y enfrentar la pérdida de forma asertiva
  • Reducir tu cortisol: se ha demostrado que los arranques de risa y momentos de alegría ayudan a reducir los niveles de cortisol (estrés) en el cuerpo, lo que te motivaría a buscar esta relación positiva con el entorno.

¡Oh dios mío, qué maravilla! Entonces, ¿la alegría es genial y perfecta, no?

nop

¿Y dónde está la trampa entonces?

Pueeees….

La trampa de la alegría

Verás, si bien tu cerebro es una máquina increíblemente bien diseñada, digamos que está aún en épocas pasadas.

Vamos, que no evoluciona tan rápido como lo hace nuestra sociedad, lo que básicamente provoca que ciertos estímulos externos le lleven a generar en tu cuerpo los elementos relacionados con algunas emociones… Sin que esa liberación sea necesariamente acertada.

En otras palabras; hemos aprendido a hacer que tu cerebro libere dopamina y serotonina ante ciertos estímulos y obligarte a reforzar ciertas conductas sin tu conocimiento.

Voy a darte dos segundos para que respires lo que acabas de leer, y cuando acabes puedes entender el enfado que estás sintiendo viéndote este vídeo:

Es el primero que ha hecho mi editora, la primera piedra de la gran pirámide en la que vamos a convertir… Bueno, mira, dejo las divagaciones para otro artículo.

Volviendo al tema; si entendemos que la alegría o las sensaciones que provoca son reforzadores de conducta, ¿no estudiarías profundamente qué cosas la generan para que la gente utilizase tus productos?

Pues bien, resulta que cuando vemos algo que nos resulta agradable, nuestro cerebro entiende que estamos en un ambiente positivo para nosotras y, BINGO, dopamina, toma alegría pa tu cuerpo.

– ¿Cuerpos desnudos? ¡Oportunidades de reproducción! Toma, dopamina para tu cuerpo.

– ¿Refuerzo social? ¡Genial, validación! Toma, dopamina para tu cuerpo.

¿Te imaginas lo increíble que sería meter todo esto en una aplicación de contenido vertical que ponga a tu disposición estas cositas que te generan dopamina?

¿Y te imaginas que hubiera una base de datos con fórmulas geniales para facilitarte el acceso a las cosas que más te gustan?

¿Y te imaginas que puedes volverte resistente a la alegría y cada vez tienes menos control sobre tu atención y disfrutas menos de las cosas?

Espera ¿Qué?

Efectivamente, la alegría es algo que se siente poco por una buena razón, y es que sus “picos” ganan fuerza al ser poco habituales, por eso tienes grabados en tu cabeza los momentos más felices de tu adolescencia, tu primer beso y cosas similares, porque tenían impacto.

Pero ahora que tenemos fuentes de dopamina a nuestra disposición, gracias al totalmente desinteresado y nada monetizado mundo de las redes sociales y las aplicaciones de entretenimiento… Bueno, digamos que cada vez necesitas una dosis más alta para sentirla.

Conclusión

La alegría no es un estado permanente, es una sensación puntual que deriva de tu capacidad para percibir lo bueno que hay en tu entorno y, también, de lo bien que hayas construido una vida en la que eres fiel a los preceptos que te aportan bienestar.

Quiérete, coño, y trata de construirte una vida con la que sientas que vives siendo fiel a quien eres y a lo que sientes.

Y en serio, deja el móvil, que nos está convirtiendo en imbéciles adictos al chute de dopamina. Dedica tu tiempo a construir cosas importantes para ti.

Os quiero mucho,

Carrot.

¿Qué es el miedo? La emoción que predice el futuro

¿Qué es el miedo? La emoción que predice el futuro

De pronto te falta el aire, sientes que no puedes respirar, aunque tu cuerpo te diga lo contrario, tu pulso se acelera, tus músculos se tensan, tu visión se va metiendo en un túnel incontrolable y sientes que vas a morir.

Estás teniendo un ataque de pánico, pero espera, no parece que haya peligros cerca.

Felicidades, acabas de descubrir una de las cualidades más impresionantes del miedo; puede aparecer ante peligros imaginarios pero…

¿Alguna vez te has preguntado qué es el miedo? ¿Por qué es una emoción tan poderosa que puede llegar a paralizarnos? ¿Y por qué parece ser la favorita de aquellos que buscan manipularnos?

(leer con voz de locutor de documental):

Acompáñame en este viaje fascinante al corazón de una de nuestras emociones más primitivas, y descubre cómo ha sido utilizado a lo largo de la historia, y cómo podemos aprender a manejarla mejor.

La función del miedo: Nuestra máquina de supervivencia

Como eres una diosa del olimpo y una de tus características fundamentales es que la capacidad para mantener la atención es más bien bajita (no te ofendas), voy a enseñarte la función del miedo a través de uno de tus familiares.

Una maravillosa mezcolanza de storytelling y una precaria suposición de que tu línea genética se remonta miles de años atrás, y que no eres fruto de algún tipo de experimento alienígena. O quién sabe, tal vez apareciste aquí porque te materializó capricornio ascendente con luna en tauro.

En fin, a lo que iba;

Imagínate una inmensa extensión de terreno sin ningún tipo de edificación, sólo árboles, naturaleza y poco más.

Pues bien, si hacemos un vuelo rasante a vista de pájaro a través de la espesura, nos acabaremos encontrando con uno de nuestros antepasados; una criatura peluda y experta en gestión emocional a quien llamaremos…”Caguetus”, por el bien de esta historia.

No te rías, que este señor ficticio va a enseñarte la función esencial del miedo.

La vida de “Caguetus” estaba llena de incertidumbre, riesgos y peligros.

Aún no éramos la cima de la cadena alimenticia, no había seguros médicos, tu almuerzo igual intentaba comerte y aún no se habían inventado las vacaciones.

No en serio, las vacaciones es algo que se inventó, piénsalo, si no había jornada laboral, entonces tampoco existía la necesidad de detenerla durante un tiempo para recuperar energía antes de volver a producir como una hormiga.

Pero bueno, que me desvío;

Lo que sí tenía Caguetus era un gran aliado, una herramienta indispensable para la supervivencia, refinada gracias a años de evolución y preparación, y que era capaz de inyectarle una buena dosis de enzimas que lo transformaban en el candidato perfecto para sobrevivir.

Caguetus tenía miedo.

Cuando encontraba señales de peligro, su cerebro era capaz de evaluar una posible amenaza a su supervivencia y, entonces, liberaba al agente emocional más eficaz para motivar a Caguetus a evitar estas amenazas; el miedo.

En otras palabras, esta emoción es una herramienta.

Una herramienta cognitiva que te motiva a poner en marcha conductas de evitación cuando percibes situaciones peligrosas, ahora bien ¿Qué diferenciaba a tu antepasado de cualquier animal?

Ah, gran pregunta, querida mía, y es que resulta que tu antepasado podía imaginar peligros futuros gracias a algunas señales que le indicaban la posibilidad de que estos peligros aparecieran.

Fue así como, poco a poco, el miedo fue refinándose para aparecer no solo ante situaciones inmediatas, sino también, ante la posibilidad futura de que aparecieran estas situaciones.

Para que me entiendas; El cerebro de Caguetus era capaz de motivarlo a evitar peligros incluso antes de que aparecieran.

Vale, todo muy bonito, pero ¿cuál es el proceso exactamente? ¿Por qué algunas personas se asustan de cosas que otras no? ¿De dónde viene y a dónde va todo esto?

Vamos a hacer una cosa, empezamos primero por el cuerpo y luego nos vamos a la percepción.

¿Que por qué? Pues porque cualquiera con dos dedos de frente empezaría por tu cuerpo, bebé.

El miedo y el cuerpo

El miedo activa una potente respuesta fisiológica diseñada para proteger nuestra integridad y asegurar nuestra supervivencia.

Es así como tu cerebro te motiva a hacer cosas, llevando tu cuerpo a reacciones que quieres evitar o perseguir.

Cuando detectamos una amenaza, se produce una cascada de respuestas en nuestro cerebro, muy similar a la que se produce en una estación de bomberos ante una alarma de incendio.

El cerebro detecta un peligro, suena la alarma y se pone en marcha una respuesta entrenada para huir o enfrentar el peligro.

Es así, por cierto, como nace la ansiedad

¿Recuerdas que te he dicho que el miedo puede activarse ante peligros percibidos?

Pues bien, percibir peligros de forma constante y determinar que no tenemos las herramientas para enfrentarnos, nos pone en un estado de alerta y nerviosismo prolongado en el tiempo.

En otras palabras, el proceso fisiológico del miedo es: Detección de amenaza/activación fisiológica/respuesta de evitación o afrontación/reducción de respuesta fisiológica.

¿Y qué es lo que pasa exactamente en nuestro cuerpo?

 

  • Aumenta el ritmo cardíaco
  • Las pupilas se dilatan
  • Los músculos se contraen
  • Se deprime el sistema inmune
  • Se reducen las enzimas en el estómago

Todas estas alteraciones buscan preparar tu cuerpo para la afrontación, permitiéndote preservar energía, tener un tono muscular adecuado para presentar batalla o correr como si te llevase el viento y por supuesto, aumentar tus capacidades perceptivas para identificar más adecuadamente posibles amenazas.

-”Pero Carrot tío, yo quiero saber qué parte del cerebro es la que se activa exactamente”-

¿Para qué?

-”Ai tio porque es que o sea ver nombres raros me hace sentir que sabes de lo que hablas”-

Ah, vale, bueno, pues mira, resulta que el tálamo envía información del mundo exterior a la amígdala, que viene a ser el centro del control emocional de tu cerebro.

Un ejemplo, tu tálamo puede detectar mi carita triste (que definitivamente estoy poniendo ahora mismo) y enviar esta información a tu amígdala.

Y entonces tu amígdala hace que tus deditos se muevan para rellenar es siguiente formulario y suscribirte a mi newsletter:

 

 

¿Ves qué guay? Tu cerebro ha conseguido evitarte el peligro de sentirte fatal por leerme y disfrutarme sin darme nada a cambio.

Te manipulo por tu bien, créeme, así cuando lo haga tu crush sabrás detectarlo y podrás decirle “te amo, pero no me haces bien, porque sigo a Carrotaventur”

Y hablando de hacer cosas por tu bien ¿Sabías que el miedo puede enseñarse?

Miedo y evolución: Cómo Aprendemos y enseñamos el miedo

El miedo y nuestra capacidad para comunicarlo ha jugado un papel crucial en nuestra evolución como especie ¿Recuerdas eso que te he dicho de que situaciones imaginarias nos provocan una respuesta de miedo?

Bueno, pues resulta que la capacidad de transmitir estos aprendizajes nos permite, entre otras cosas, desarrollar patrones de rechazo ante ciertas situaciones gracias a la educación.

Vamos, que no te hace falta experimentar todos los peligros de tus antepasados para enterarte de que son un peligro.

Esto significa que el miedo puede ser transmitido de generación en generación.

Para lo bueno, y para lo no tan bueno.

Al igual que las fábulas y los cuentos, las historias de miedo han ayudado a nuestras sociedades a transmitir lecciones vitales y advertencias sobre los peligros del mundo, pero también nos han llevado a rechazar culturas, etnias o patrones de comportamiento basándonos en un miedo aprendido a peligros que, nuevamente, podrían ser únicamente imaginarios.

¿Te imaginas que alguien aprendiera todo esto y lo utilizase con fines empresariales o políticos?

Naaaah, seguro que no hay nadie tan sumamente indecente…

Miedo, Empatía y Manipulación

Nuestra capacidad para la empatía, nuestra habilidad para proyectar nuestra mente y percibirnos desde otras perspectivas, nos permite ser empáticos con nuestro yo futuro y, también, preocuparnos por él.

Lo que hace que, básicamente, otras personas puedan generarte preocupaciones sobre problemas inexistentes para luego venderte sus soluciones.

Francamente, el tema es largo y podría llevarnos un rato, unos 10 minutos más o menos, en los que aprenderías muchas cosas y podrías evitar caer en estas manipulaciones.

¡Anda mira! Alguien ha tenido la amabilidad de hacer un vídeo al respecto:

Todo esto está genial, lo sé, al igual que sé que te estás preguntando cómo controlarlo, porque eres una loca del control.

No me entiendas mal, me encanta, adoro a las locas del control.

Supongo que será algún patrón subconsciente de mi infancia.

Estúpido y sensual argumento sin base empírica…

¿Cómo manejar el miedo?

Aquí tienes dos grandes vertientes;

La primera va en consonancia con el uso adecuado de esta emoción, es decir, las respuestas que tu cuerpo experimenta cuando estás en peligro. Esas todo bien, deja que el miedo fluya y ponte a salvo.

La segunda es la que aparece cuando todas esas situaciones imaginarias se hacen con el control y empiezas a sentir miedo de forma constante y crónica. Es decir, todo eso que se te viene encima cuando empiezas a intentar predecir un futuro tormentoso y horrible.

Pues bien. Si ya sabes que el miedo está diseñado para ayudarte a defenderte de un peligro, aquí tienes varias opciones:

    • Párate a analizar si lo que te preocupa es realmente un peligro o simplemente una situación que te preocupa.
    • Establece una estrategia para enfrentar el peligro que detectas en el futuro y cíñete a ese plan, esto aumentará tu seguridad.
    • Si necesitas información para confirmar la presencia o ausencia de un peligro, busca esa información, no intentes rellenarla sin datos (como cuando te preocupa que alguien esté enfadado contigo por cómo te mira y te montas una película)
    • Defiéndete. Si lo que te da miedo son las consecuencias de defenderte, entonces analiza si el sitio en el que estás es el adecuado y comienza a planear salir de ahí, en caso de que lo consideres adecuado.
    • Si sientes que tu miedo y preocupación se te van de las manos, busca a buenos profesionales que te ayuden en tus procesos… ¡Anda mira, una escuela emocional de un profesional estupendo!: Escuela emocional

La exposición gradual a aquello que tememos, junto con técnicas de manejo del estrés como la meditación o la terapia cognitivo-conductual, puede ser útil para aprender a manejar el miedo.

Conclusión

De la misma forma que el miedo puede aprenderse y los peligros imaginarse, tus herramientas para enfrentar las cosas que te preocupan pueden desarrollarse.

Por ejemplo, si has leído este artículo hasta el final, ya sabes bastante más sobre la génesis del miedo que la inmensa mayoría de las hormiguitas que poblamos este mundo. Y esto mismo puedes aplicarlo a muchas cosas más.

Haznos un favor a las dos y crece con el conocimiento. Atrévete a pensar por ti misma cuando alguien te señale un peligro y créeme, a veces, notarás cómo ese peligro desaparece ante tus ojos.

Porque las mentiras son eso, espejismos que se desmoronan cuando les haces preguntas.

Os quiero mucho,


Carrot.

¿Qué son las emociones?

¿Qué son las emociones?

“Sentir” Una palabra que, en mi opinión, está bastante infravalorada. A ver, no me malinterpretes, me refiero más bien al acto en sí, a lo tremendamente importante que es aprender a escuchar los sentimientos y entender su origen.

Eso, eso es lo que está infravalorado.

Sí, ya sé que hoy día se habla mucho de la inteligencia emocional y demás, bah, pura mierda, al final los discursos que escuchamos constantemente no se centran en “aprende a respetar tus emociones” sino más bien “aprende a sentirte así, que es como debes sentirte, porque si no te sientes así es que algo está mal contigo”

Que les den.

En esta entrada de mi precioso blog pretendo que acabes entendiendo qué son las emociones en general o, al menos, qué respuesta nos da la psicología a esta pregunta y es que, sinceramente, es una pregunta increíble.

No, en serio, párate a pensar cinco segundos en lo maravilloso que es que, tu cerebro, tenga una herramienta para codificar las experiencias en un sistema intrincado de sensaciones que te permiten analizar tu entorno para guiarte hacia el bienestar y alejarte del dolor.

-”Carrot, pero es que yo no siento bienestar, yo me enfado todo el rato y sentir eso no es bueno”-

-”¿Y qué haces cuando te enfadas?”-

-”Intento ignorarlo para que se vaya”-

-”Aaaah…”-

Esta situación es un claro ejemplo de por qué es importante comprender qué son y de dónde vienen tus emociones porque, si no les haces caso como deberías, básicamente tu cerebro no obtiene lo que necesita.

Como pedirle un pedazo de carne al camarero y que te traiga una ensalada césar, para que me entiendas. Pues eso es lo que estás haciendo tú con tu cerebro.

Así que…

Emociones: Definición

“Las emociones son eso que se siente”

Esta afirmación la podrías escuchar en cualquier parte y, francamente, no es que esté mal, es solo que le falta detalle porque

 

¿Qué es sentir, exactamente?

 

Bueno, pues según Kleinginna y Kleinginna, las emociones son “Un complejo conjunto de interacciones entre factores subjetivos y objetivos, mediados por sistemas neuronales y hormonales que pueden dar lugar…

¿Ya te has dormido?

Imagino que ibas por el camino, o que tu mente estaba imaginando ya pajaritos en el aire, así que, en vez de darte una definición de libro, voy a explicarte todo este complejo conjunto de teorías al estilo generación Z friendly:

Tus emociones son básicamente el resultado del análisis que tu cerebro hace de la realidad y las decisiones que toma para facilitar que ejerzas un tipo de conducta que consiga adaptarte a esa realidad.

Son, a la vez, opinión subjetiva y respuesta hormonal.

En otras palabras; tus emociones son el ingrediente motivador de tu conducta, la razón por la que tienes opiniones sobre ciertos eventos y los motivos ocultos detrás de tus hobbies, pero, sobre todo, son la gasolina de tu comportamiento.

¿Pero por qué iba nuestro cerebro a querer inmiscuirse en nuestras decisiones a través de estas sensaciones tan motivadoras?

Las funciones de las emociones

Las emociones desempeñan tres funciones esenciales. Que no son las únicas, pero digamos que están en la base: adaptación, socialización y motivación.

Adaptación

Cuando te encuentras en una situación social, como una fiesta con amigos, tus emociones se adaptan a ese entorno.

Analizan la situación y te ayudan a comportarte de acuerdo con el contexto. Este es el aspecto adaptativo de las emociones.

Básicamente, son la barrera entre tú y un ataque de risa en un funeral.

Socialización

Además, las emociones nos ayudan a socializar.

Crean expresiones en nuestro rostro que permiten a los demás predecir cómo nos comportaremos o qué estamos sintiendo para adaptarse a esa situación.

De hecho, las expresiones emocionales en el rostro son universales, ¿lo sabías?

La cara de tristeza de una persona en Japón es la misma que tienes tú en tu pequeño barrio, de vete a saber dónde. Y de ahí mi insistencia en que las emociones tienen un claro componente biológico.

En esencia, esta percepción emocional ajena es tanto una herramienta de proyección como de recepción ¿Esa sensación que tienes cuando sientes que no le caes bien a alguien? Pues sep, son tus emociones analizando su lenguaje no verbal.

Motivación

La tercera función de las emociones es motivar la aparición de comportamientos.

Esta es la que más me gusta, te pongo un ejemplo:

Quiero que recuerdes la última vez que sentiste vergüenza.

Ese momento en el que, tal vez, estabas en clase y llamaste papá a tu profesor o, quién sabe, tal vez estabas intentando hacer un ejercicio delante de mucha gente y acabaste con el culo en el suelo.

¿Recuerdas lo que hiciste en aquel momento? ¿Las ganas increíbles de que la gente dejase de mirarte? ¿La preocupación instantánea por encontrar una forma de recuperar tu estatus?

Bien, pues todas esas “necesidades” de “hacer algo” son básicamente los mensajes generados por tus emociones para llevarte a un “lugar seguro” en el que recuperar el bienestar emocional.

En otras palabras, cuando detectan una amenaza, crean estas sensaciones físicas y preparan tu cognición para que te enfoques en aquello que te está produciendo el arrebato emocional.

Como la tremenda culpa que sientes cuando piensas en un hombre pelirrojo, triste, soltero y solo, escribiendo con ojeras estas líneas con la esperanza de que alguien decida suscribirse a su newsletter y disfrutar del contenido gratis que tiene para ofrecer y, así, cumplir su misión de hacer del mundo un lugar mejor…

Taaaaan fácil librarse de esa culpa como rellenar este simple formulario: 

¿Ves? Incluso sabiendo que puedo estar de broma, tu capacidad para percibir amenazas siempre dispara pequeños chispazos emocionales.

Dependiendo del contexto y de lo que percibas, tus emociones guiarán tu comportamiento hacia un lado u otro. Cuanto mayor es el grado de emoción, mayor será la intensidad con la que aparecerá la conducta.

“Pero a ver, mi conducta, la controlo yo, no mis emociones”

Ya… Ya… Más o menos, quiero decir, sí que eres tú quien nota hacia dónde quiere ir y decide hacia dónde va finalmente (o casi) pero

¿Qué diferencia exactamente a quien se deja llevar por ellas y a quien las entiende a nivel de comportamiento?

La importancia de entender nuestras emociones

Comprender nuestras emociones es esencial para poder interpretar adecuadamente nuestras experiencias y responder de manera efectiva.

Básicamente, entender lo que te está pasando puede llevarte a actuar de una forma u otra.

Para que te hagas una idea, quiero que te imagines a dos personas dentro de una habitación en llamas. La primera es bombero profesional, la segunda es locutor de radio ¿Quién crees que va a responder mejor a la situación?

Exacto, pues esa certeza que tienes viene de que, en esencia, sabemos que el entrenamiento o la preparación ante ciertos eventos nos permite regularlos con eficacia.

Lo mismo pasa con tus emociones, reina mía, diosa, titana, alteza, astrodiva…¿Sabías que tengo un canal de YouTube?

Está aquí, míralo, qué guay: Canal maravilloso de Carrot Adventure

Ahora bien, mi pequeña chimpancé 2.0.

Dominar nuestras emociones no significa suprimirlas o forzarnos a sentir cosas que no nos gustan, esto no va de “eliminar” o “dejar de sentir” sino de surfear tus emociones y comprender su lenguaje para analizar el origen, aquello que las ha traído a tu vida y sobre lo que sí puede que tengas control.

Aprender su idioma, vaya, para dejar de aguantarte la tristeza al pensar que “no deberías estar así” y empezar a “analizar por qué estoy así y qué debería cambiar en mi entorno”.

¿Comprendes? Yo creo que lo comprendes… En fin.

Conclusión

Eres estupenda, y tus emociones también.  No lo olvides.  Os quiero mucho.  Carrot.